Los requerimientos para un entorno sostenible están exigiendo al trabajo arquitectónico y urbanístico un compromiso proyectual que ya no tiene cabida en el actual debate teórico y crítico de la arquitectura.
Creemos que la definición de la forma y del espacio que proyectamos en ciudad y arquitectura van a ser (ya están siendo) conmocionados, en análoga medida en que lo fueron por la aparición de los nuevos materiales a comienzos del Siglo XX.
Es urgente, desde la disciplina, desde la propia producción proyectual y desde las decisiones creativas reformular técnicas de construcción del entorno del hombre, y en lo que a los responsables de estas decisiones concierne, arquitectos y urbanistas, abordarlos desde un nuevo paradigma estético – ético del proyecto.
El entorno humano, ampliado desde el entorno natural y el entorno urbano por el “entorno net” o “tercer entorno” (Telépolis en acepción de J. Echevarría), están en crisis de subsistencia literal y en crisis de eficacia social. No se trata sólo de adopción de medidas paliativas (que son urgentes) sino de reinterpretar los medios, herramientas, conceptos, e incluso el propio roll del arquitecto.
Un entorno sostenible lo es no sólo en sus condicionantes físico – ambientales sino, y muy especialmente, en el equilibrio sociológico. Equilibrio productivo, equilibrio cultural, equilibrio en la relación entre lo público y lo privado, y muy especialmente equilibrio interactivo entre lo humano y lo no humano.
Se trata de entender este presente como el tránsito de culturas y, porque no, de civilizaciones, más allá de las ideologías y contemplarlo como generador de innovación conceptual y tecnológica en un compromiso creativo a formular con nuevos parámetros.
Es un prometedor futuro para los creadores y muy especialmente los que proponemos o decidimos sobre el espacio físico, sociológico y cultural.
Hoy día las medidas paliativas que atenúen el impacto ecológico de la construcción del entorno son la acción prioritaria de nuestro presente. Sin embargo es el tiempo de las preguntas, buenas preguntas, que desencadenen respuestas de amplio calado en las estructuras sociales, en las productivas, en las extractivas y en las culturales, en lo que vaticinamos como formulación del paradigma de una nueva civilización.
Se hace inevitable no sólo ampliar el campo visual sobre la disciplina de la arquitectura y el urbanismo, sino rebasar el territorio convencional del debate proyectual (teoría y técnica) y ejercitar una nueva mirada sobre nuestro área de decisiones, y muy especialmente sobre la realidad transformada por la entrada de los requerimientos ecológicos y por el desbordamiento de los límites convencionales de lo arquitectónico y urbanístico que la aceleración social ha impreso a nuestra cultura.