Evaluación del workshop del pe.i en Colombia, del 23 al 28 de abril de 2006 (TEXTOS SOBRE PEDAGOGÍA)

Mi propósito fue producir una inmersión a todos lo participantes del taller (por supuesto, yo incluido) en lo que podríamos definir como pedagogía constructivista.

El grupo (alumnos y profesores) debe ser catalizado por un programa que sustituya la repetición de esquemas ya experimentados (por muy eficaces que se hayan acreditado) por una situación estresante, donde el objetivo inexcusable es cumplir en tiempos y actividades una planificación determinada.

Todo el taller está sometido a una perturbación desequilibradora inicial, que se repite en mayor o menor medida a lo largo del proceso, y que tiene como objetivo bloquear los comportamientos prejuzgados, para situar al colectivo ante disyuntivas inéditas, sin otros recursos que su propia solvencia, y la libertad de acción tanto colectiva como individual. El término de colectividad aquí se maneja casi en términos de clase social, que ha sido agredida y que responde sindicalmente a y con presupuestos muy primarios, pero activamente solidarios. Ni el tiempo disponible ni el marco teórico – crítico del taller permite avanzar en un debate que facilitara consensos conceptuales desde donde elaborar propuestas. Lo apremiante del programa condujo a un estado de inteligencia gregaria eficaz, mediante el cual discernir con estrategias y procedimientos que rentabilizarán la condición del grupo, incrementando también la eficacia individual.

La producción elaborada llegó al lugar creativo de gran interés, donde incipientemente se perciben proposiciones creativas, y se hace desde los contextos individuales gestionados con estrategias comunes.

Los miembros del taller evalúan y reevalúan (el proceso creativo no tiene fin) los contenidos del material elaborado dilatando la mirada macular a la periférica y transversalizando su propia posición, de modo que va armando un “constructo” producción – reflexión con mucha carga formativa. El propio método de trabajo exige una distancia entre creador y material a manejar, que es garantía de profesionalidad del proceso.

Tal como se plantean los procedimientos y medios del Workshop, se incrementa la componente lúdica del trabajo creativo, lo que sí realmente el método funciona esta función impide neurosis o inhibiciones productivas propias de los modelos “románticos” del creador (?)

Las valoraciones éticas y estéticas son sustituidas por el incremento de eficacia comunicativa del grupo, como he dicho, al servicio de un programa planteado en términos de inexcusable cumplimiento de los plazos y sus hitos.

Si ello ha resultado así, los integrantes del taller habrán experimentado una catarsis formativa desde la que retomar a su roll redefinido o redefinible desde procesos contemporáneos de producción.

Andrés Perea Ortega